lunes, 10 de febrero de 2014



JAVIER MÁRQUEZ GUTIÉRREZ
In Memoriam

"¿Pero qué mal no es mortal,
si mortal el hombre es,
y en este confuso abismo
la enfermedad de sí mismo
le viene a matar después?"
(Pedro Calderón de la Barca,
"El príncipe constante".)

Siempre cargabas un nuevo libro bajo el brazo, lo que derivaba en algún reproche: "¿por qué habla de genética, de psiquiatría, si nada más es profesor de filosofía?" Tu pedagogía era tan sencilla, que a varios les parecía simplona, sospechosa y hasta poco didáctica, pues pedías a los estudiantes: "LEAN". Dos licenciaturas (letras hispánicas y filosofía, por la UNAM), dos maestrías (filosofía y lingüística, por la UNAM), un doctorado (en lingüística, por la ENAH); ser profesor de la ENEP Acatlán, de la UPN y del IEMS; fundar y elaborar gran parte del Plan y de los Programas de estudio del IEMS; publicar libros y artículos ("Los universales lingüísticos". México: UPN, 2002, y artículos en la revista "Momento pedagógico"); dictar conferencias, co-generar el proceso de certificación de nuestro sistema de bachillerato y mantener una postura crítica permanente ante la institución con el fin de proteger y beneficiar a los estudiantes; perdonar y seguir dando la mano a alguno que se aprovechó mezquinamente de ti (con tu Patriot y tus investigaciones), fueron algunas de tus nobles características.

Nunca he ocultado, a pesar de muchas diferencias, mis simpatías por ti, y hoy quiero levantar la voz para volver a saludarte delante de todos. No olvido que fuiste de los pocos que nos defendieron a un grupo de profesores del despido durante el "jumentinato", ni que en otra ocasión salvaste del incendio el cubículo 1. No olvido que te dormías en casi todas las reuniones colegiadas (así de interesantes somos en verdad en esas "tertulias"), ni que en alguna te di un diploma, delante de Margarita Carpio, para celebrar que por una vez no te dormiste. No olvido que la mayoría de tus pares no concordaba contigo, y hasta te acusaron de ser tú quien espetara alguna mentada, sin que lograran convencerme de que en efecto hubieras sido tú, pues siempre reconociste tus gestos y tus palabras cuando realmente te pronunciabas. Nunca que yo recuerde negaste ni cambiaste ni traicionaste tus posiciones. Eras el provocador de todos los colegios y academias, y eso te ganó pocos "amigos", la mayoría de ellos alumnos tuyos, a quienes prestabas temerariamente tu cubículo "hasta para estudiar", a quienes convidabas pizzas y refrescos y asesorías más paternales que académicas (qué envidia, ¿cuántos podríamos presumir haber ganado una confianza así?)

Te vas por cierto muy temprano, pues apenas casi ayer partía tu mamá, tu "Pimpollo", como le llamabas. Quizá moriste como te lo merecías. Dicen que porque por fin -de súbito- se te detuvo el corazón, exhausto, agotado, curtidísimo.

Quiero pensar que yo pude ser siempre uno de ellos, de tus amigos verdaderos, de los que no te utilizaron, de los que no te mintieron y te mantuvieron siempre sin negarte el saludo, el abrazo y la discusión. Siempre tuviste tu espacio en las Jornadas Culturales, y sólo una vez por falta de comunicación no estuviste ahí. Saludo pues al disidente perpetuo, que nunca tomó partido por otra postura que no fuera la de sus francas convicciones. Te saludo con respeto y con admiración por resistir las vueltas y soledades de la vida hasta sus últimas consecuencias. Puedes decir, como José Emilio Pacheco, "No he perdido el tiempo". Hasta siempre, maestro de maestros. Hasta luego, Javier.


Laboratorio Libertad / Academia de Teatro Ciudad de México jpradoz@yahoo.com.mx

1 comentario:

Iveth dijo...

Conocí al profesor Javier era compañero y amigo de Victor Hugo quien lo hubiera pensado que partirían tan pronto ambos. Lamento su partida, y la ausencia de mi padre ahora es compañia para él.